Escribir bien

Daredevil: The Man Without Fear (1993), Frank Miller, John Romita Jr. (Marvel).

«He’s a loner, a sinner, a lawyer who breaks the law».

Ser guionista de historietas es, literalmente, el sueño del pibe. Siempre lo pensé como el trabajo soñado e inalcanzable. Inalcanzable por la limitada industria local. Soñado por su simpleza de producción (con equipos de por lo general no más de cuatro personas: editor, guionista, uno o dos dibujantes), libertad en la escritura (en todo caso, más que en el cine o la tv), y la posibilidad de abarcar cualquier género con un menor grado de preocupación tanto por la verosimilitud como por el presupuesto. Además, son fácilmente imaginables las buenas cosas que uno podría hacer, y es particularmente doloroso leer ocasionalmente guionistas desastrosos acompañados por grandes dibujantes. Porque existe ocasionalmente una tendencia a que, si hay buenos dibujos, se menosprecie el guión.

Todo esto me lleva a, además de frustraciones, la admiración completa de las personas que logran dedicarse a esto, y que logran hacerlo bien. Frank Miller es una de estas personas. Ya había tenido oportunidad de comprobar su genialidad como guionista (particularmente en The Dark Knight Returns), pero ahora, con la lectura de The Man Without Fear queda más que confirmado. La manera en que Miller inserta a los superhéroes, personajes en sí mismos poco verosímiles y anti realistas, en el mundo cotidiano y actual, es por lejos la mejor que he visto.

En esta miniserie se encarga de narrar la transformación de Matt Murdock en Daredevil, desde su infancia hasta la adultez. Lo hace de una manera sutil, profunda, generando una psicología elaborada y contradictoria, dando al personaje más humanidad que cualquier otra cosa, y sentando base a todos los conflictos que lo acompañarán a lo largo de su vida de héroe. Miller tiene un manejo total de los elementos de la trama, y pareciera que los usa con la facilidad de un músico a su instrumento: introduce a los personajes en el momento justo, y con ellos los puntos de giro, los desencadenantes, todo se sucede en una estructura completa y perfectamente construida que llega a su climax con total naturalidad. La ciudad (el entorno) tiene una presencia que emana de cada página, y la solidez del mundo creado, y de su conflicto y su manera de funcionar, que de alguna manera es de lo que se trata la historia (y probablemente, todas las historias) hacen que esta obra sea realmente una genialidad.

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