Sweetness Follows

Llega un punto en la vida de la mayoría de las personas en que se jubilan, dejan de trabajar. Muchas veces esto no pasa, y suele ser un buen signo, de fortaleza. Otras veces el que no pase no significa más que una negación sobre lo irrefrenable. Es particularmente notable en el caso de las personas dedicadas al arte. Directores de cine que siguen trabajando por el gusto de hacerlo, más allá de generar porquerías. O músicos que siguen haciendo giras y sacando discos malos, ignorando que ya no pueden hacer lo que antes supieron. Aclaro, por las dudas, que esto no me parece en absoluto condenable.

Esta semana dieron por finalizada su carrera como banda los integrantes de R.E.M, después de más de treinta años de trabajo conjunto. Si bien me generó algo de nostalgia, debo decir que admiro el valor de comprender cuando una etapa terminó y decidir no insistir sobre ella. La realidad es que siempre fue una banda más bien propia de los años 90, y por ello voy a decir algunas cosas sobre sus dos más grandes discos: Out of Time (1991) y Automatic for the People (1992).

Creo que el segundo disco es una evolución, una versión mejorada, de las ideas del primero. Los dos están repletos de grandes canciones, y Out of Time  incluye, entre otras cosas, el gran hit que es Losing my Religion, una obra maestra de su generación. Pero considero que Automatic for the People tiene canciones más sutiles y una estética más pulida, llegando a lo que para mí son los puntos álgidos de la carrera de la banda, como Sweetness Follows o Try Not to Breathe, sumados a muchos otros. El disco tiene una gran unidad y un concepto fuerte, y diría que es una obra infaltable para cualquiera a quien le guste la música.

Después de semejante trabajo, merece mi respeto una banda que siguió tocando por casi veinte años más, y que supo decir punto final cuando lo creyó así. Mis aplausos a R.E.M., les deseo un feliz retiro.

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